Mientras Rosario entraría esta semana en el nivel de evacuación, la ciudad capital de la provincia continúa sufriendo los daños de la inundación. Falta de previsión, pobreza estructural, lógicas habitacionales expulsivas y un pronóstico climático poco alentador, son el combo que pone en jaque a los sectores más vulnerables de la población ribereña santafesina.
Con 20 mil personas refugiadas, de las cuales 700 habitan territorio santafesino, la zona litoraleña y norte del país atraviesan la crecida más importante de los últimos 60 años. El incremento concomitante del caudal de los tres principales ríos sacó a flote nuevamente la desidia y la impunidad. Planes estratégicos que no llegan, evacuados en condiciones inhumanas y el agua que vuelve a llevarse todo.
En la tarde del lunes 8 de abril, representantes de organizaciones sindicales y sociales, además de legisladores y diputados nacionales hicieron una conferencia de prensa en la sede de la CTA (Lima 609) para poner en marcha una serie de tareas conjuntas para que el Estado asuma la responsabilidad de reparar el daño producido en el marco de la catástrofe social generada por las inundaciones de la región metropolitana. Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz leyó el documento conjunto que es un ejemplo de teoría y acción.
La falta de inversión en el mantenimiento de los subterráneos que significó la muerte de un compañero de Metrovías. Calles convertidas en verdaderos ríos que a su paso dejaron veinticinco muertos, mientras la primera línea del gobierno porteño vacacionaba en el exterior. La impotencia de los que perdieron todo. Otra jornada trágica se suma a la larga lista que hiere la historia reciente de los argentinos.